Vedado de Eguaras y su Castillo Medieval
El Vedado de Eguaras lo comprenden 1.225 ha. de terreno en medio de las Bardenas Reales de Navarra. Concretamente queda encerrado entre la localidad de Arguedas y las regiones bardeneras del Plano, Candévalos y la Bardena Blanca. Pero todo este territorio desde siempre fue de propiedad privada. Primeramente perteneció al patrimonio real, más tarde sus propietarios fueron aristócratas hasta que en el siglo XX pasó a ser parte del municipio de la localidad de Valtierra quedando totalmente independiente de la administración que rige a las Bardenas Reales.
Esta zona es un espacio privilegiado lleno de vegetación donde abundan pinares de pino carrasco y que le han valido el apodo de “oais” en medio de las áridas y abruptas Bardenas.
En 1987, unos 500 ha. dentro del Vedado de Eguaras, fueron declaradas Reserva Natural para proteger su riqueza natural y el uso que se le dé a la misma. En esta reserva, 150 ha. están destinadas al cultivo de cereal en secano y es aquí también donde se conservan los restos del Castillo de Peñaflor o Blanca de Navarra como también es conocido.
Con el fin de reforzar la frontera entre Navarra y Aragón, el rey de Navarra Sancho el Fuerte mandó a construir en lo alto del cerro, el Castillo de Peñaflor en el siglo XIII.
Curiosamente, de todo el castillo, sólo han llegado hasta nuestros días unas pocas ruinas de lo que fue esta fortaleza, pero lo han hecho de modo natural y han llegado a su estado actual producto solamente del paso del tiempo y las inclemencias del clima de la zona. El Castillo de Peñaflor es el único castillo medieval de Navarra que no ha sido nunca reconstruido o modificado desde que se construyó y tampoco fue usado con otros fines a lo largo de la historia. Este hecho hace que estas ruinas tengan un gran valor histórico en sí mismas, y que se haga necesaria la puesta en marcha de ciertas obras de conservación para no perder esta porción de la historia de nuestra comunidad de la que aún podemos disfrutar.
Existe una leyenda que dota al Castillo de un toque mágico y especial que explicaría porqué estas tierras pasaron a ser dominadas por los valtierranos y no pertenecen a la Comunidad de Bardenas. La historia cuenta que a finales del siglo XV, la segunda hija de la reina Blanca I de Navarra y Juan II el malo, fue encerrada por su padre en la torre del Castillo de Peñaflor y alimentada solamente de pan y agua como castigo a su negativa de contraer matrimonio con el príncipe que su padre le había concertado. Todas las noches un joven pastor de Valtierra le llevaba a la princesa queso y leche y ésta en eterno agradecimiento, le regaló años después de su liberación, las tierras donde se ubicaba el castillo.
Lo cierto es que nunca sabremos a ciencia cierta cuánto hay de verdad y de ficción en toda esta historia, pero todo esto hace más encantadora la visita al Vedado de Eguaras y alimenta la imaginación de todo aquel que pasea por los alrededores de las ruinas del castillo que seguramente fue testigo de acontecimientos históricos, disputas reales, celos, envidias, peligros, intrigas y estrategias propias de la oscura Edad Media mucho más estremecedoras que las que nos cuentan de la época las series históricas de televisión que hoy están tan de moda.
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