Carcastillo y el Monasterio de la Oliva
Si pensamos en los rincones que visitar cerca de las Bardenas Reales, en el norte, junto al término de El Paso (tan sólo le separan 5 km.), encontramos el municipio de Carcastillo que está compuesto por tres núcleos urbanos: Carcastillo, La Oliva y El Figarol.
Carcastillo pertenece a la merindad de Tudela en la comarca geográfica de la Ribera Alta y cuyas tierras se nutren gracias al Río Aragón.
Dentro del patrimonio histórico cultural del municipio destacan el Palacio del Abad “Casa del Malle”, la Iglesia de San Salvador y el famoso “Monasterio de la Oliva” que supone uno de los más importantes ejemplos de arte cisterciense en España.
En cuanto a los espacios naturales de su entorno están el Mirador de Larrate, la laguna de dos Reinos, y el impresionante Parque Natural de las Bardenas Reales de Navarra.
La vida de los habitantes de Carcastillo está muy unida a las historia de las Bardenas debido a su proximidad y al ganado trashumante venido desde los valles del norte de Navarra a pastorear en las Bardenas durante los meses de otoño e invierno. Desde la Edad Media en que se viene realizando esta actividad, Carcastillo ha sido puerta de las Bardenas por el norte para las miles de cabezas de ganado que entraban a El Paso. Hoy en día, esta localidad celebra después del 18 de septiembre día de la Fiesta de la Trashumancia en Bardenas por la llegada a El Paso de los primeros rebaños de ovejas, unos días festivos llenos de actividades culturales, mercados, exposiciones y espectáculos folclóricos para revivir la cultura pastoril y los usos tradicionales de Bardenas.
Un punto de interés con mayúsculas de la localidad lo encontramos en el Monasterio de la Oliva que es visitado anualmente por multitud de turistas de dentro y fuera de nuestras fronteras atraídos por lo peculiar y bello de su arquitectura cisterciense.
El Arte Cisterciense tiene su origen en los monjes Cistercienses del siglo XII que concebían de una forma diferente la manera de construir las abadías y los lugares de culto. Fue una orden religiosa católica que tuvo gran influencia en la sociedad, la cultura, el arte y la espiritualidad de su época. Ellos se centraban en el rigor litúrgico y en los trabajos manuales. Para esta orden religiosa, sus abadías debían estar construidas en una extensión amplia de terreno apartado de la urbe pero que no estuviese demasiado lejano. El lugar debía permitir el aislamiento como base de una vida separada de la mundanidad, y la elevación espiritual que le propiciaba el paisaje. Éstas características las cumplía a la perfección la zona donde se levantó al fin el Monasterio de la Oliva.
Fue el Rey García Ramírez quien en el año 1149 fundó este Monasterio con monjes de la abadía Scala Dei. Después del esplendor vivido durante la Edad Media, los distintos acontecimientos de la historia terminarían por destruido. No será hasta el año 1927, cuando comiencen a reconstruirse las distintas dependencias y se restaure la vida religiosa hasta nuestros días, en los que aún viven ahí 26 monjes cistercienses con sus características túnicas blancas y su vida silenciosa de oración y meditación.
El Monasterio en sí destaca por su magnitud y su sencillez. De planta de cruz latina con capilla mayor semicircular y a los lados, dos capillas cuadradas sencillas, su estilo principal es el románico aunque conserva importantes rasgos góticos como veremos en el claustro. En su interior las obras de arte de sus retablos y la arquitectura de sus patios, etc. lo hacen sencillamente majestuoso y lo convierten en un monumento que trasciende lo religioso para convertirse en arte.
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